Selección del emplazamiento para el cultivo de maíz

12.09.2023

A la hora de elegir un lugar para el cultivo del maíz, hay que tener en cuenta varios factores importantes, como el clima, el suelo y la altitud. Estos factores pueden afectar significativamente a la productividad del cultivo y al éxito de la empresa.

El clima desempeña un papel clave a la hora de determinar la idoneidad de un lugar para el cultivo de maíz. El maíz, al ser un cultivo termófilo, prospera en zonas con temperaturas moderadas y mucho sol. Requiere un periodo libre de heladas de 120 a 140 días para un crecimiento y un llenado del grano óptimos. Las temperaturas superiores a 32 °C pueden afectar negativamente al rendimiento. Por lo tanto, conviene elegir zonas con temperaturas adecuadas y un periodo vegetativo apropiado.

La textura y fertilidad del suelo es otro factor importante a la hora de elegir un emplazamiento para el maíz. El maíz crece mejor en suelos bien drenados. Deben evitarse los suelos encharcados, ya que dificultan el crecimiento de las raíces del maíz y, por tanto, la absorción de nutrientes por las plantas. El suelo debe mantener un contenido óptimo de humedad, ni demasiado alto ni demasiado bajo. La fertilidad y el pH del suelo también son factores importantes a la hora de seleccionar el emplazamiento.

El maíz es un cultivo subtropical, por lo que su madurez también se ve influida por la altitud sobre el nivel del mar. Aunque a mayor altitud las temperaturas son más bajas, lo que puede retrasar el crecimiento, el cultivo de maíz en estas condiciones puede seguir siendo rentable si se dan otras condiciones (luz solar adecuada, buen drenaje).

Evaluación de las condiciones ambientales: insolación, precipitaciones y temperatura

A la hora de determinar la idoneidad de un lugar para el cultivo de maíz, hay que evaluar las condiciones ambientales imperantes. Las más importantes son la luz solar, las precipitaciones y la temperatura.

La luz solar tiene una gran influencia en el crecimiento del maíz, ya que es esencial para la fotosíntesis. Por lo tanto, las regiones con mucho sol y poca sombra serán las más adecuadas para este cultivo. La suma anual de días soleados también es importante: cuantos más días soleados, más posibilidades de una cosecha abundante.

Las precipitaciones son otro factor a tener en cuenta. El agua adecuada favorece la germinación, el crecimiento de las raíces y la absorción de nutrientes. Lo óptimo es que las precipitaciones se distribuyan uniformemente. Deben evitarse las zonas con inundaciones frecuentes y sequías prolongadas.

El rendimiento del maíz se ve perjudicado por las temperaturas extremas, tanto altas como bajas. Lo mejor es elegir lugares con temperaturas moderadas.

Textura, drenaje y fertilidad del suelo en los cultivos de maíz

A la hora de cultivar maíz, el suelo es el factor más importante que hay que tener en cuenta al elegir un emplazamiento. Hay que prestar atención a su composición, drenaje y fertilidad.

La composición del suelo incluye sus propiedades físicas y químicas. El maíz prefiere suelos con buena permeabilidad, como los arcillosos o los franco-arenosos, que proporcionan una buena penetración de las raíces y retención del agua.

El suelo debe permitir que el exceso de agua fluya libremente, evitando el encharcamiento, que puede impedir el crecimiento y la absorción de nutrientes. La elección de un lugar con drenaje natural o la implantación de sistemas de drenaje contribuyen significativamente al éxito del cultivo del maíz.

Un elemento final pero no menos importante de un suelo adecuado para el cultivo del maíz es la fertilidad del suelo. El maíz necesita un suelo fértil y rico en nutrientes esenciales. Por lo tanto, debe evaluarse el contenido de nutrientes, la materia orgánica y el pH (acidez). Para un crecimiento óptimo se necesita una cantidad adecuada de nitrógeno, fósforo, potasio y micronutrientes. La fertilidad del suelo también puede incrementarse mediante la fertilización y una gestión adecuada de la materia orgánica.

Efecto de la altitud en los cultivos de maíz

Como ya se ha dicho, la altitud influye mucho en la productividad del cultivo de maíz. Esto se debe a que la temperatura, la intensidad de la radiación solar y los regímenes de precipitaciones cambian con el aumento de la altitud.

La temperatura disminuye a medida que aumenta la altitud. A su vez, en climas más fríos, la temporada de cultivo del maíz será más corta. En consecuencia, la maduración y el rendimiento del cultivo se verán dificultados.

La luz solar también cambia con la altitud: cuanto mayor es la altitud, más intensa es la luz solar, ya que el filtrado atmosférico es más débil en las zonas altas. Este proceso tiene un efecto positivo en el crecimiento del maíz, ya que la luz más intensa intensifica la fotosíntesis.

A mayor altitud, el régimen de precipitaciones también es ligeramente diferente, es decir, su frecuencia y abundancia. Para los cultivos de maíz, las precipitaciones constantes son óptimas para garantizar una humedad adecuada del suelo. Por lo tanto, no son aconsejables las zonas con largos periodos sin lluvia.

Los agricultores deben tener en cuenta las necesidades de la variedad de maíz elegida. Diferentes variedades crecerán de forma óptima a diferentes altitudes (de hecho: con diferente luz solar, temperatura y precipitaciones).

Adaptación a las condiciones locales: estrategias exitosas de cultivo de maíz

El éxito del cultivo de maíz depende en gran medida de la adaptación a las condiciones locales. El maíz puede cultivarse en diversos entornos y suelos, pero para optimizar los rendimientos es importante adoptar una estrategia que se adapte a los retos locales.

Lo más importante a este respecto es la selección de la variedad de maíz adecuada. Los distintos entornos satisfarán mejor las necesidades de las distintas variedades. A la hora de seleccionar, hay que tener en cuenta la temperatura o la pluviosidad óptimas para la variedad, así como la resistencia a enfermedades específicas de la zona.

El segundo factor es la gestión adecuada del suelo. Si sabemos a qué tipo de suelo nos enfrentamos y qué componentes están presentes o ausentes, podremos abonar o regar con mayor eficacia. A su vez, esto permite mejorar las condiciones de crecimiento y desarrollo del maíz.

La adaptación a las condiciones locales también debe tener en cuenta el problema de las plagas, enfermedades y malas hierbas del entorno. Es necesario un seguimiento regular. La gestión integrada de plagas y enfermedades ayuda a reducir los daños causados por plagas y enfermedades y a reducir el uso de productos químicos como los pesticidas.

Adaptar la plantación y la cosecha a los patrones climáticos locales reduce los riesgos asociados a las condiciones meteorológicas extremas.

Fuentes:

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  • Wayne Smith, Javier Betrán, Edward C. A. Runge, Corn: Origin, History, Technology, and Production, Willey, 2004.

 

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